Paulo Londra:el fenómeno musical cordobés con hits aptos para todo público
El joven trapero es furor en el mundo, no convence a los críticos de música, pero sí a millones de adolescentes que consumen sus canciones.
Paulo Londra se ganó el respeto de sus compañeros el día que lo escucharon rapear. Los mismos que hasta ese momento le hacían bullying en la escuela, cambiaron por completo su actitud. «Una vez me animé a hacer una canción para el día del maestro. Me subí y rapeé. A la gente le gustó y los mismos que me maltrataban me dijeron: ‘Bien ahí, loco’. No me molestaron nunca más. Y me regustó eso», dice el cantante convertido en el último gran fenómeno musical surgido en Córdoba con hits globales aptos para todo público como «Adán y Eva».
En esa frase, que el cantante de trap más popular de la Argentina, le deslizó al periodista Juan Pablo Varsky en la única entrevista realizada este año, se define la construcción de una personalidad artística. El rap fue primero un escudo para un chico tímido, nacido el 12 de abril de 1998 y criado en un hogar clase media del suburbio cordobés: padre gendarme, madre ama de casa y evangélica, una hermana y un perro. En ese universo cotidiano, donde la música no tenía mucha cabida, Paulo fue la oveja negra.
«La competencia, la plaza, ese fue mi primer estímulo musical. En mi casa nadie escuchaba música, lo firme era ir a la plaza y volar», contaba en la primer y única nota que le dio al diario cordobés La voz del Interior, en abril de 2018.
Mientras soñaba con ser basquetbolista (en la primaria) y abogado (en la secundaria), el flash del hip hop lo atravesó definitivamente en la adolescencia. La historia fue así. Su vida no tenía mucho que ver con el personaje central interpretado por el rapero Eminem en 8 Mile: Calle de ilusiones, de 2002, pero esa descripción del mundo de las batallas de freestyle y la forma de ganarse el respeto de sus adversarios cambió el mundo cotidiano de Paulo Londra para siempre.
«Era rechiquito. Tenía 10, 11 años. Por esa película empecé», le contaba en un descanso durante una batalla de rap en una plaza de Buenos Aires a la plataforma Desde Abajo, en marzo de 2017, cuando el fenómeno viral todavía era una quimera. Londra empezó a forjarse en las batallas de la plaza Intendencia, al lado de la Municipalidad de Córdoba, cuando tenía 14 años. Lo primero que aprendió en competencias de la Docta, es que no quería ser agresivo con sus contrincantes, como lo eran sus compañeros de colegio con él.
«Al principio en las batallas me iba mal porque tenés que ser agresivo y yo tenía ganas de hacer otra cosa. Me parecía mejor el que rapeaba más lindo, el que fluía mejor». Con ese estilo melódico, sencillo, fresco y cierta picardía, empezó a causar empatía y admiración en el circuito del freestyle. «No necesito insultarte para dejarte sin palabras», le decía al periodista Lucas Garófalo en la Rolling Stone de marzo de 2018, cuando su popularidad empezaba a despegar. Imparable, como un cohete a la Luna, sus canciones acumulaban millones de vistas en YouTube, tal como cuenta en el hit «Condenado al millón», la canción que inauguró la escala global de su popularidad y el primer trabajo que estableció la exitosa sociedad con el productor colombiano Ovy on the drums.
En la carpeta del sello Big Ligas- la productora colombiana de la ciudad de Medellín que maneja su carrera y donde participa Ovy, conocido en el mundillo del trap y el reggaetón por crear éxitos para Karol G y Bad Bunny- figuran cifras del fenómeno y frases de sus canciones, pero hay un apartado que llama la atención. «En sus letras evita: drogas, sexo, insultos, violencia. Opta por hablar de amor, amistad y otros tipos de valores».
Londra siempre se desmarcó del universo de trap original y más oscuro. A diferencia de la gran mayoría de muchos artistas de su generación, no definió su estilo, ni su flow (una combinación del ritmo y la métrica de los versos rap) por la pelea, o por las rimas de contenido explícito que hablan de sustancias, prostitutas y noches interminables de caravana. Su vida tampoco es así.
«Es un chico muy sano y profesional. Le gusta estar con su familia y sus amigos. También es muy fanático de los deportes como el basquet. Es una persona que le gusta concentrarse en su música y generar todo el tiempo nuevos temas», cuenta Ignacio Amato, de Buena Productora
Esa imagen de niño bueno y sencillo, sin demasiados misterios, que se fabricó así mismo como fenómeno popular y que su entorno cercano reproduce, sirvió para abrir el género del trap a otras audiencias.
Su mezcla de trap, balada y reggaetón en himnos como «Tal vez»; sus colaboraciones con artistas como De la Guettho, Piso 21 y Lenny Tabarez, sus hits más urbanos y con tonalidad caribe como «Romeo y Julieta» y «Maldita abusadora»; o las rimas autobiográficas, donde apela más al barrio y su estirpe cordobesa en «Forever alone»; le permitieron entrar en otros públicos.
Su disco debut Home run, que tuvo una tibia recepción en la prensa especializada, es un compendio de canciones que definen el estatus musical de estos dos últimos años liderando los rankings en las plataformas de streaming a escala global como Spotify, donde tiene veinte millones de escuchas mensuales.
Muchas de esas canciones que se habían viralizado anteriormente en las plataformas digitales como singles y videos develaron un fenómeno que tomó por sorpresa al sector musical. «Los tiempos han cambiado, los artistas se dan a conocer con su público antes que la industria sepa de ellos», asevera un productor.
El fenómeno Paulo Londra sorprendió incluso a sus coterráneos. «Fue extraño porque como analistas de la música popular no lo vimos venir. Generalmente los medios seguimos la carrera del artista desde el momento cero. Pero en este caso todo se dio muy rápido. Nunca me imaginé que un artista cordobés tuviera los niveles de escucha en streaming que tienen Los Beatles, Madonna o los Rolling Stones», cuenta Germán Arrascaeta, periodista de música en La Voz del Interior.
En marzo de este año en el Lollapalooza se ubicó en las grandes ligas al formar parte de la grilla principal junto a nombres como Kendrik Lamar y Lenny Kravitz. El concierto causó cierta decepción entre la crítica especializada, aunque tuvo el efecto contrario en sus seguidores adolescentes.
En sus entrevistas y canciones Paulo Londra dice que su éxito y su vida no tienen demasiado misterio. «Nosotros como periodistas estamos acostumbrados a estrellas de rock llenas de certezas y este chico se siente absolutamente irrelevante culturalmente. No tiene pliegues, es sencillo, esa es la impresión que me dio cuando lo conocí, y eso creo que es un valor y es lo que les encanta a los más chicos», reconoce Arrascaeta.
En su entorno cercano dicen que la fama no se le subió a la cabeza. A los 21 años, Paulo Londra reside con sus padres, quiere una vida sencilla alejado de los medios tradicionales, aunque es capaz de alterar el ritmo de su ciudad cuando filma una publicidad en medio de la nueva terminal de Córdoba y la publica en las redes sociales.
«Creo que todavía lo estamos relativizando y no le damos su justa dimensión», concluye el periodista cordóbés. «Muchos dicen que está de moda y en poco tiempo se cae, pero hace un año y medio que no para de crecer y nuestros hijos lo van a seguir escuchando muchos años más, hasta entrada su adultez».
*Esta nota fue publicada en La Nación (Gabriel Plaza) el 1º de septiembre de 2019