Boris Johnson logró mantener apoyo de los conservadores tras moción de censura por el escándalo de fiestas clandestinas


Obtuvo el pasado lunes el apoyo de 211 diputados de 359 contra 148 que votaron por removerlo de su rol de líder del partido por el caso del Partygate. Sin embargo quedó debilitado por la pérdida de confianza.


El primer ministro del Reino Unido, Boris Johnson, logró superar el lunes por la noche la moción de censura de su propio partido por 211 votos en contra 148 a favor de su remoción tras el escándalo por las fiestas clandestinas que realizó en el 2020 durante la cuarentena, sin embargo, las polémicas surgidas tras el partygate acabaron con su popularidad y dejaron al conservador debilitado.

Eran necesarios 180 votos de los 359 miembros de la bancada para destituirlo de su puesto de líder y jefe de gobierno, pero aproximadamente el 59% le aseguró a Johnson no ser objeto de una nueva moción, por lo menos, durante un año.

Ese día por la mañana, Graham Brady, presidente del «comité 1922», encargado de la organización interna del Partido Conservador, había anunciado que «el umbral de 15% de parlamentarios (de esa formación) que solicitan un voto de censura contra el jefe del partido fue superado».

Mientras que el portavoz del primer ministro publicó a su vez un mensaje afirmando que esa votación «ofrecía una ocasión para poner fin a meses de especulación y permitir al gobierno hacer borrón y cuenta nueva, pasando a otra cosa y respondiendo a las prioridades de los británicos».

«El primer ministro se felicita de la ocasión que se le ofrece de presentar sus argumentos a los diputados y recordarles que no existe fuerza política más temible que cuando todos se unen y se concentran en las cuestiones que cuentan para los electores», agregaba el texto.

Según Infobae, de haber ganado la opción de remover al primer ministro, el Partido Conservador hubiera tenido que convocar a una elección interna para designar a un nuevo líder, que se hubiera convertido automáticamente en jefe de gobierno.

Desde hace meses, las criticas contra Boris Johnson fueron en aumento producto del informe de Sue Gray sobre partygate, acerca de las fiestas clandestinas organizadas en la sede del gobierno durante el Aislamiento Obligatorio (que afectó económicamente a muchos habitantes). En el mismo, Gray relató una serie de reuniones donde hubo alcohol, altercados, música y la utilización de puertas secretas en la madrugada, así como falta de respeto a los agentes de seguridad y de limpieza. Johnson, tuvo que pagar una importante multa y asumió la responsabilidad, aunque estimó que debía “proseguir” su trabajo.

En ese momento, diputados conservadores concluyeron de que la permanencia del premier en Downing Street era imposible. La idea de que quien viola la ley no puede ser el mismo que las dicte fue un poderoso argumento. También consideraron el nivel de hipocresía por parte de Johnson, que publicamente hablaba en conferencias de prensa pidiendo que se cumpla la ley.

Antes era considerado una «maquina de ganar elecciones» y el gran campeón del Brexit cuando el Reino Unido votó por abandonar la Unión Europea; pero tras los escándalos, su rol en la respuesta occidental a la invasión rusa en Ucrania es lo que hasta ahora le permite mantenerse en el poder.

De acuerdo a lo informado por el Diario La Nación, un sondeo del instituto YouGov sugiere que los conservadores perderían casi la totalidad de las circunscripciones de las regiones populares ganadas a los laboristas en 2019 si hubiera elecciones ahora.

El triunfo le significó un respiro a Johnson, pero el futuro del Premier aún está bajo amenaza ya que una investigación parlamentaria debe determinar, antes del otoño boreal (primavera acá en Argentina), si mintió a la Cámara de los Comunes y podría verse obligado a renunciar.

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