Argentina entre los tres países con más crecimiento en diabetes tipo 2 por el consumo de gaseosas y otras bebidas azucaradas
La mexicana Lara-Castor propone: “impuestos a los refrescos, limitar su publicidad, obligar a poner etiquetados que informen del riesgo de su consumo para la salud, restricciones de venta en espacios como escuelas o lugares de trabajo, mejorar el acceso al agua potable y concienciar de la importancia de una dieta saludable”.
Un grupo de investigadores de Estados Unidos publicó recientemente los resultados de un estudio realizado en la revista Nature Medicine.
Se trata de la relación entre el consumo de bebidas azucaradas como las gaseosas y variedad de enfermedades como es el caso de la diabetes tipo 2.
Los datos del estudio, correspondientes al año 2020, provienen del Global Dietary Database, que incorpora estimaciones del consumo de bebidas azucaradas basadas en encuestas dietéticas a nivel individual, junto con datos sobre obesidad y tasas de diabetes.
Los resultados recolectados son a nivel mundial y Argentina se encuentra entre los tres países en los que este vínculo más creció.
El mayor aumento a lo largo del tiempo de según los autores se registró en:
Colombia, con 793 casos más por millón de habitantes, seguido de Estados Unidos (671 más), Argentina (544 más), Myanmar (522 más) y Tailandia (512 más).
A nivel global, la carga de diabetes tipo 2 y de enfermedad cardiovascular atribuible al consumo de bebidas azucaradas fue mayor en hombres que en mujeres, y más común cuanto menos formación tenía la persona.
África subsahariana mostró los mayores incrementos en la carga metabólica.
Lara-Castor , que es quien lidera la investigación, incide en que «hacen falta más esfuerzos internacionales para apoyar a países con menor estructura administrativa, como en África, para la implementación y seguimiento de políticas públicas que ayuden a disminuir la carga de enfermedades atribuibles a bebidas azucaradas».
Entre las que propone:
“impuestos a los refrescos, limitar su publicidad, obligar a poner etiquetados que informen del riesgo de su consumo para la salud, restricciones de venta en espacios como escuelas o lugares de trabajo, mejorar el acceso al agua potable y concienciar de la importancia de una dieta saludable”.