Desregulación Emocional: ¿Qué es y cómo nos afecta?
Hay personas que muchas veces se encuentran en la situación de no poder controlar sus emociones y las sobrepasan. Incluso muchas veces dificulta nuestras relaciones humanas y nos hace reaccionar de manera violenta. Sin embargo tiene un por qué y tratamiento.
A veces sentimos que las emociones nos sobrepasan, sobre reaccionamos a un enojo o tristeza y a todos nos ha sucedido alguna vez. Sin embargo hay personas que sufren de desregulación emocional, dejándose llevar siempre por lo que sienten y no pudiendo controlarlas.
Todas las emociones son válidas, sin embargo la diferencia está en experimentar un sentimiento negativo intenso como la ira y otra es dejarnos llevar por eso que experimentamos.
¿Qué es? Son respuestas mal moduladas y extremas que dificultan la capacidad de funcionar efectivamente. Un ejemplo de ello es llegar a casa estresado o enojado por el trabajo y terminar tratando mal o incluso violentamente a nuestros convivientes.
Ocurre también cuando un adolescente se autolesiona por la insatisfacción con su cuerpo o por problemas en el instituto. O cuando tras un mal día nos damos atracones de comida por no manejar la angustia o ansiedad; por ello la Asociación Estadounidense de Psicología la define como respuestas excesivas y abrumadoras que atentan contra nuestro bienestar.
Reaccionar de manera desajustada a una situación cotidiana no es normal y puede ser hasta patológico. Muchas veces incluso se relaciona con trastornos mentales, pero ese tema lo abordaremos más adelante.
Antes ¿Qué características tiene y cómo se manifiesta?
En primer lugar, hay una clara falta de conciencia, aceptación y comprensión sobre las emociones que se experimentan en el momento. Además la persona tiene una negación ante lo que atraviesa, no lo acepta y generalmente lo proyecta a través de gritos, lloros, violencia, autolesiones, entre otras. Tampoco tienen estrategias para manejar esas situaciones.
Algunas características generales suelen ser además mucha sensibilidad e intensidad con diferentes emociones y un lento regreso al estado de calma.
Esa incapacidad comúnmente lleva a que por meses o años los afectados repitan el mismo patrón de conducta. A ello se les asocia las siguientes manifestaciones:
– Filtran la realidad y las experiencias con negatividad.
– Sufren alteraciones del sueño.
– Psicomatizar sus sentimientos, es decir que manifiestan físicamente lo que sienten psicológicamente.
– Suelen tener problemas de atención.
– Problemas para mantener las relaciones afectivas y tienen tendencia a las discusiones, en ocasiones violentas o subidas de tono.
– Dificultad para ser productivos en sus ámbitos laborales.
– Explosiones de ira, llantos, entre otros.
– Autolesiones, alteraciones alimenticias o adicciones a sustancias.
Como mencionamos anteriormente, las desregulaciones suelen estar relacionadas o derivan de trastornos mentales. Investigaciones muestran que quienes han sufrido traumas en sus infancias; tienen trastornos bipolares, límites de personalidad, o de desregulación disruptiva del estado de ánimo; e incluso personas que se encuentran en el espectro autista tienen la dificultad de controlar sus emociones.
¿Comó se trata? Ante todo lo mejor es consultar a un especialista, es decir terapeutas y psicólogos. Asimismo las personas con esta problemática deben entrenar y aprender a gestionar las emociones.
Hay ejercicios que ayudan a desarrollar habilidades para regular los sentimientos. El primero es reconocer la emoción que uno atraviesa en determinado momento para luego poder reducir los estímulos que exacerban la emoción en curso.
También ayuda:
– Trabajar las conductas poco saludables que incrementan el sufrimiento.
– Mejorar las relaciones interpersonales.
– Aumentar la atención y las habilidades para la relajación.
– Aprender cómo funciona nuestro cuerpo e interpretar las respuestas corporales.
– Reenfocar la atención, esto generalmente se hace a través del mindfulness.
– Trabajar la capacidad para alcanzar metas sin importar las emociones que se vayan atravesando en el proceso.
Fuente: La Mente es Maravillosa