Nueva investigación afirma que el Covid-19 escapó de un laboratorio
Un periodista científico señala las inconsistencias que presenta la hipótesis del origen natural y apunta contra líderes políticos y referentes de la comunidad científica.
A más de un año del inicio de la pandemia de Covid-19, y mientras el mundo intenta inmunizar a la población para retornar a la normalidad, continúan los interrogantes acerca del origen del virus.
A fines de marzo, expertos chinos y de la OMS indicaron el origen animal como la hipótesis más probable, y casi que dio por descartada la posibilidad de que haya surgido en un laboratorio. Sin embargo, una nueva investigación vuelve a poner esta teoría sobre la mesa, y parece presentar argumentos muy firmes.
«Me parece que los defensores de la fuga de laboratorio pueden explicar todos los datos disponibles sobre el SARS 2 mucho más fácilmente que aquellos que favorecen la emergencia natural», señala en su informe Nicholas Wade, uno de los más respetados periodistas científicos del mundo.
El periodista acaba de presentar un estudio de más de 30 páginas en el que fundamenta por qué esta es la hipótesis más probable.
En su artículo, publicado en el Bulletin of Atomic Scientists, una prestigiosa revista que trata temas relacionados con la seguridad mundial y las políticas públicas, Wade también da cuenta de la increíble serie de falta de controles, conflictos de interés y complicidad, tanto del régimen chino como del mundo científico, que siguen haciendo imposible determinar cómo surgió y comenzó a propagarse el virus entre humanos, algo vital para prevenir futuros brotes.
El principal argumento a favor de la teoría de un virus creado en laboratorio es, según Wade, claro: el patógeno fue desde el primer momento particularmente adecuado para infectar a los humanos mientras, por el contrario, hay poca o nula evidencia que muestre una evolución natural de un virus de los murciélagos a un virus que ataca a las personas.
En su artículo, Wade comparó el nuevo patógeno al virus SARS1, que que surgió en 2003 en los países del sudeste asiático, y MERS, que causa el síndrome respiratorio por coronavirus de Oriente Medio. En el caso de estos dos virus su origen animal fue identificado con relativa facilidad por los científicos, algo que no ocurrió en el caso del nuevo coronavirus.
“Nadie ha encontrado la población de murciélagos que fue la fuente del SARS2, si es que alguna vez infectó a los murciélagos. No se ha presentado ningún huésped intermedio, a pesar de una búsqueda intensiva por parte de las autoridades chinas que incluyó la prueba de 80.000 animales”, escribió el experimentado periodista, que trabajó para The New York Times y revistas como Science y Nature.
“No hay evidencia de que el virus realice múltiples saltos independientes desde su huésped intermedio a las personas, como lo hicieron los virus SARS1 y MERS. No hay evidencia de los registros de vigilancia hospitalaria de que la epidemia estuviera cobrando fuerza en la población a medida que evolucionaba el virus. No hay explicación de por qué debería estallar una epidemia natural en Wuhan y en ningún otro lugar”, detalló.
Tampoco, continúa Wade, hay una buena explicación de cómo el virus adquirió su sitio de escisión de furina, una pequeña región de la proteína de espícula compuesta entidades conocidas como codones de arginina, que son comunes en humanos pero no en coronavirus como el SARS2.
Por estas razones, según Wade, “la teoría de la emergencia natural lucha contra una serie erizada de inverosimilitudes”.
Como contracara, afirma Wade, “está documentado que los investigadores del Instituto de Virología de Wuhan estaban realizando experimentos (llamados “de ganancia de función” ndr) diseñados para hacer que los coronavirus infecten células humanas y ratones humanizados”. Y agrega: “Este es exactamente el tipo de experimento del que podría haber surgido un virus similar al SARS2. Los investigadores no estaban vacunados contra los virus en estudio y estaban trabajando en las condiciones mínimas de seguridad de un laboratorio. De modo que la fuga de un virus no sería nada sorprendente. En toda China, la pandemia estalló en la puerta del instituto de Wuhan. El virus ya estaba bien adaptado a los humanos, como se esperaba de un virus cultivado en ratones humanizados. Poseía una mejora inusual, un sitio de escisión de furina, que no está poseído por ningún otro beta-coronavirus relacionado con el SARS conocido, y este sitio incluía un codón doble de arginina también desconocido entre los beta-coronavirus. ¿Qué más evidencia podría desear, además de los registros de laboratorio actualmente inalcanzables que documentan la creación del SARS2?”.
¿Por qué la mayoría de estudios apuntan a un origen animal?
Wade afirma que hubo dos grupos que tuvieron una “enorme influencia” en la formación de esta postura y llevó a descartar casi de inmediato la teoría de la fuga del laboratorio.
El primer grupo estuvo liderado por Peter Daszak, presidente de EcoHealth Alliance, una organización no gubernamental estadounidense que investiga las enfermedades infecciosas emergentes y recibe financiación de los Institutos Nacionales de Salud de EEUU (NIH) y del Instituto Nacional de Alergia y Enfermedades Infecciosas (NIAID) dirigido por el epidemiólogo de la Casa Blanca Anthony Fauci.
Daszak estuvo detrás de una carta publicada en la prestigiosa revista The Lancet en la que un grupo de 27 expertos condenaban “enérgicamente las teorías de conspiración que sugieren que COVID-19 no tiene un origen natural” y defendían a los científicos chinos. Wade observa que esa carta fue publicada el 19 de febrero de 2020, “cuando era demasiado pronto para que alguien pudiera estar seguro de lo que había sucedido”.
El segundo es un grupo de virólogos dirigido por Kristian Andersen, del Centro de Investigación Scripps, un centro de investigación orientado a la investigación en ciencias biomédicas básicas.
Este grupo, integrado por cinco científicos, también aseguró en un artículo de opinión publicado en The Journal of Nature Medicine el 17 de marzo de 2020, que su análisis mostraba “claramente que el SARS-CoV-2 no es una construcción de laboratorio o un virus manipulado a propósito”.
Esas cartas, que según Wade fueron declaraciones políticas y no científicas, fueron “asombrosamente efectivas” para desestimar la teoría de las fugas de laboratorio.
Tras analizar los errores y las omisiones de esas declaraciones, Wade explica que nadie en la comunidad científica las verificó debido a la que llama “omertà” —la ley del silencio —que existe entre los virólogos, vinculada al temor de perder financiación para sus investigaciones.
“Las carreras pueden ser destruidas por salirse de la línea. Cualquier virólogo que desafíe la opinión declarada de la comunidad corre el riesgo de que su próxima solicitud de subvención sea rechazada por el panel de compañeros virólogos que asesora al gobierno sobre la agencia de distribución de subvenciones”, escribe Wade.
Otra razón, más inquietante, tiene que ver con los conflictos de interés de varios de los virólogos que impulsan la teoría del origen natural.
El caso más notorio es el del propio Daszak, quien a fines de 2019 contaba en una entrevista lo fácil que era modificar genéticamente los coronavirus en un laboratorio y financió las investigaciones que se llevaban adelante en el Instituto de Virología de Wuhan con fondos destinados a tal fin por el Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas de Fauci.
“Si el virus SARS2 se hubiera escapado de la investigación que él financió, Daszak sería potencialmente culpable”, escribe el periodista. “Este agudo conflicto de intereses no fue declarado a los lectores de The Lancet. Por el contrario, la carta concluía: ‘No declaramos ningún conflicto de interés’”.
No es todo: Daszak también fue uno de los especialistas enviados por la OMS a China para investigar los orígenes del coronavirus, siendo uno de los expertos que recorrieron el Instituto de Virología de Wuhan. Llamativamente, el informe resultante analizó y descartó en apenas 440 palabras a la posibilidad de una fuga de laboratorio. Ese, además, fue el único sector para el que los expertos no pidieron ulteriores estudios.
Por otra parte, Wade agrega que todos los virólogos tienen un interés significativo en la cuestión del origen del coronavirus y que tiene que ver con la confianza del público en sus investigaciones.
“Durante 20 años habían estado jugando un juego peligroso. En sus laboratorios, creaban de forma rutinaria virus más peligrosos que los que existen en la naturaleza. Argumentaron que podían hacerlo de manera segura, y que adelantándose a la naturaleza podrían predecir y prevenir los ‘derrames’ naturales, el cruce de virus de un huésped animal a las personas. Si el SARS2 hubiera escapado de un experimento de laboratorio de este tipo, se podría esperar un retroceso y la tormenta de indignación pública afectaría a los virólogos en todas partes, no solo en China”, escribe el prestigioso especialista en temas científicos.
Wade también criticó al papel de los grandes medios estadounidenses, considerando que su postura sobre el tema se vio sesgada por su oposición a Trump. “Debido a que el presidente Trump dijo que el virus se había escapado de un laboratorio de Wuhan, los editores le dieron poca credibilidad a la idea. Se unieron a los virólogos para considerar la fuga del laboratorio como una teoría de la conspiración descartable”.
Quiénes son los responsables de la propagación
En primer lugar, Wade señala a los virólogos chinos y asegura que «si el virus se escapó de su laboratorio, se merecen la censura mundial por un accidente previsible que ya ha causado la muerte de tres millones de personas”.
Luego, apunta contra las autoridades chinas: “Suprimieron todos los registros del Instituto de Virología de Wuhan y cerraron sus bases de datos de virus. Publicaron un goteo de información, gran parte de la cual puede haber sido completamente falsa o diseñada para desviar y engañar. Hicieron todo lo posible para manipular la investigación de la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre los orígenes del virus y llevaron a los miembros de la comisión a una infructuosa carrera. Hasta ahora han demostrado mucho más interés en desviar la culpa que en tomar las medidas necesarias para prevenir una segunda pandemia”.
Como conclusión, Wade dice: “Las personas de todo el mundo que han estado prácticamente confinadas en sus hogares durante el último año podrían querer una respuesta mejor que la que les están dando los medios. Quizás, con el tiempo, aparezca una. Después de todo, cuantos más meses pasen sin que se consiga una evidencia favorable, menos plausible resultará la teoría de la emergencia natural. Puede que la comunidad internacional de virólogos llegue a ser considerada un referente falso, movido por sus propios intereses. La idea, llena de sentido común, de que la aparición de una pandemia en Wuhan quizá haya tenido que ver con el hecho de que en Wuhan se preparaban virus de nuevo cuño y máximo riesgo en condiciones inseguras podría finalmente desplazar la insistencia ideológica de que nada de lo que diga Trump puede ser cierto. Y luego que comience el ajuste de cuentas”.