Una especialista analiza el tabú del amor y su posición sobre el sexo
La Lic. Noelia Benedetto analizó una importante pregunta sobre este tema. A continuación te contamos los detalles.
La Lic. Noelia Benedetto analizó una importante pregunta: ¿Estamos reemplazando el tabú del sexo por del amor?
Vivimos en una época en la que la persona que se enamora primero pierde. El amor es el innombrable, la mala palabra, lo no dicho. Juegos de seducción opacos. Blindadas ante la posibilidad de sentir mariposas en la panza. Seguro total contra enamoramientos. Infinito laberinto en el que no hay salidas pero tampoco encuentros.
Estamos compitiendo por quién es más indiferente y está menos disponible emocionalmente; reprimiendo lo que sentimos por temor a la desaprobación o al abandono. Declarar explícitamente lo que siento es sancionado como “flaquear”, “quedar donado/a”, mostrarnos necesitados/as.
Pasamos de un extremo al otro: de la acumulación de experiencias superficiales y las carencias afectivas. Individualismo a ultranza.
LA INTIMIDAD
Quizás la intimidad ya no está tan cerca del terreno de la erótica y la piel y tenga más que ver con convidar y compartir algo más profundo, o no, o al menos algo menos efímero del orden de lo afectivo.
Esto de vincularse no se trata sólo de con quiénes compartimos orgasmos sino también con quiénes nos permitimos el llanto.
Justo cuando creíamos superada “a gatas” la sexofobia reinante, y la hipótesis represiva foucaultiana y el sexo se vive con otras libertades, que hablamos más de sexo, nos encontramos queriendo desconectarlo y aislarlo de toda cuestión afectiva/emocional como una partícula de laboratorio.
Hoy en día hay mucha más libertad y han disminuido los estigmas asociados a ello. La persona soltera ya no es sancionada como “para vestir santos”; es una persona libre que elige y disfruta su vida como desea.
El sexo ya no es una “prueba de amor exclusivo” (por suerte). Cambiaron las dinámicas, no nos da tanto pudor hablar de sexo, más o menos abiertamente, nos reconocemos como seres deseables y deseantes más allá de cómo hemos sido socializades.
NÓMADAS EMOCIONALES
“Somos indios latinos con guitarra eléctrica y comunicados a través de internet”, vamos livianos, de pertenencias, de arraigos, de vínculos profundos también: “No quiero nada con nadie, me quiero dedicar a viajar”. “Un rato, la pasamos bien, hasta ahí todo ok, pero no más porque me asfixia”.
Hemos pasado del tabú del sexo al tabú del amor, decía en una charla TED Chipi Lozano. Con muchas personas (si sos alonormade), podés coincidir para coger pero no con tantas para quedarte a dormir o invitar a desayunar debatían hace un tiempo en Twitter.
El centro del debate recaía en si el hecho de ofrecer algo de comer a la mañana, tras una noche de sexo casual, implicaba estar enganchada con la persona. Una usuaria de Twitter contó que tuvo una noche con un socializado varón, y a la mañana hizo omelette para ambos.
Él se fue corriendo del departamento. “Amigo, tenía hambre nada más y soy educada” compartió en la red. “¿Con qué clase de gente se relacionan? Tienen tanto miedo al compromiso que creen que un desayuno es pedir matrimonio y ponerle nombre a hijos” subía otra twittera. Y por otro lado la brecha memística que estampa el limbo emocional de sus lectores: «Te mentí, no vamos a coger. Vamos a desayunar”. “Te quiero coger pero también quiero llevarte el desayuno a la cama… Después de coger».
FELACIONES Y RELACIONES
Todo pareciera indicar que en estos momentos el sexo es una vía más frecuente y ¿fácil? para vincularse… pero hasta ahí, “sin compromisos”. ¿Qué significará esto de no compromisos? ¿No te registro como humanidad o subjetividad en cuestión? ¿No etiquetas? ¿No responsabilidades o posiciones éticas afectivas? ¿No exclusividad? ¿Qué exclusividad se está debatiendo? ¿La sexualidad se vuelve exclusiva luego de ser la más accesible en temario de relaciones casuales?.
Sería interesante rescatar la importancia de la comunicación emocional, de “trabajarse” para ser asertivos/as, somos muy vulnerables cuando no podemos hacer una expresión de nuestras emociones; nos hemos expropiado la posibilidad de poner en palabras lo que nos pasa, y también, agregaría el hecho de no confundir ser independientes con directamente no estar pendientes.
LO QUE DESEAMOS
Soledad Grunert se pregunta ¿es realmente lo que queremos o más bien estamos siguiendo un nuevo mandato, el de la tiranía de la autosuficiencia? ¿estamos deseando realmente esto? Como dice Verónika Ferrucci «el clima afectivo epocal está rarazo… ¿Nos pasamos de progreso y estamos medio en cualquiera forzando todo? ¿Quién habla primero? “No sé si demuestra interés con el mensaje que mandó”. “Nunca más me escribió y yo tampoco”. “Me reaccionó una historia”. ¿Fuego, corazón o 100? ́”Me mira las historias, pero no me habla”.
Hola, Foucault, vení a ver todo lo que aprendimos de tus reflexiones. El apareamiento virtual, la histeria y la promesa de que algo mejor sigue esperando por tí se llevan a la perfección».
Ferrucci se pregunta «¿Tanta deconstrucción para esto? Somos contradictorio/as con lo que deseamos, con lo que hacemos, con nuestro discurso. Y capaz nos pasamos de progres y nos falte sinceridad. Nos sobra careteada, teoría y consigna. En los tiempos de la incertidumbre, la ternura y el cuidado son gestos necesarios. No coincidir es una forma epocal incómoda, pero en la que nos estamos acomodando y haciendo terruño».
Somos seres esencialmente vinculares, la circulación de afectos no necesariamente tiene que ser un atentado a la libertad. No se trata de volverse dependientes, de pegotearse hasta la asfixia, pero tampoco de hacer tributo al ghosteo o al orbiting. Podríamos ir sacando a los afectos (no solamente al amor) del clóset .
Annie Sprinkle dice que “En un mundo lleno de violencia, queremos celebrar y generar amor. Pero el amor se ha convertido en el último tabú; es el nuevo sexo. Se tiende a excluir el amor del porno y el sexo cachondo del amor. Cuestionamos esa división y la gente nos tacha de hippies, porque el amor hoy resulta ñoño”.
“No demostrar se transformó en un estilo de vida. Te quiero, pero no te lo digo. Porque si te lo dijera te darías cuenta de algo terrible: Soy un ser humano y siento algo por otro. Tengo ganas de verte, pero no lo expreso. Mejor juegos de palabras a ver si lo deducís sólo, porque le tengo un terror absoluto a la palabra no, (ni que fuera tan grave).
Me encanta pasar tiempo con vos, entonces claramente sé lo que tengo que hacer: Dejar de hacerlo. Mirá si pasa lo peor que me puede pasar y terminamos gustándonos, mejor cortarlo de raíz así el mundo no nos tilda de intensos.
Hay tanta gente que no te provoca nada de nada, tantas pieles con las cuales nunca vas a conectar, que dejar pasar oportunidades no es de valiente, es de cobarde. Decile hoy que te encanta. Decile que tenes ganas de salir a tomar una birra. Decile que amarías verle fuera del boliche. Ojalá todos los días te la juegues por lo que nos parece una locura y mandes ese mensaje”.
FUENTE: El Resaltador