Una pareja promueve el turismo nudista en Córdoba
Miguel y Nora administran una reserva para turistas donde hay varias reglas que se deben cumplir, entre ellas estar desnudos es obligatorio.
Miguel y Nora manejan juntos una reserva para turistas en Córdoba donde hay varias “reglas de oro”, entre ellas, que estar desnudos es obligatorio.
La primera vez que Miguel terminó desnudo en una playa frente a otras personas fue de casualidad. Estaba casado, tenía hijos y hacía 20 años que era ingeniero civil por lo que lo veían de una forma distinta a la que se suele imaginar a un nudista.
“Fue en el año 2000, habíamos ido con mi familia de vacaciones a Buzios y habíamos alquilado un buggy para recorrer las playas. Estacionamos en Praia Brava y el cuidador del estacionamiento nos preguntó ‘¿van a la playa nudista?’. Nosotros le dijimos que no, que ni siquiera sabíamos donde había una playa nudista”, mencionó.
Miguel Suárez, de 65 años, es padre de tres hijos y abuelo de tres nietas. Tiene 22 años de vida nudista y un campo de 1.200 hectáreas en las sierras de Córdoba donde él y Nora, su pareja actual, atienden exclusivamente a turistas al desnudo.
“Por curiosidad cruzamos el morro y fuimos a la playa nudista”, retoma. Salvo él y su familia, todos estaban desnudos “pero al principio no nos animamos a desvestirnos. Hasta que llegó el heladero, dejó en la arena la heladerita que traía colgada, se sacó la ropa y siguió vendiendo completamente desnudo. Eso nos hizo decidir. Si el heladero se sacaba la ropa, ¿por qué nosotros no?”.
Cuando regresó a Córdoba busco algún lugar para seguir practicando el nudismo. En la búsqueda, conoció al administrador de una página nudista y formaron un grupo de 15 personas con los que Miguel alquilaba casas sólo para estar desnudos o iba a la playa de los Hippies, en Cuesta Blanca, y caminaba una hora río arriba hasta encontrar un lugar aislado donde sacarse la ropa.
“Y así, buscando un lugar tranquilo apareció el paraíso”, cuenta. Un aviso en el diario ofrecía una casa de campo de 1.200 hectáreas entre las montañas, en el nacimiento de varios arroyos y ríos, con cascadas y toboganes naturales.
Miguel fundó ahí Yatan Rumi, que en quechua significa “Piedra desnuda”, una reserva nudista con una casa de campo con dormitorios y un área para acampar en la que estableció varias “reglas de oro”, entre ellas, que la desnudez es obligatoria.
“Yo nunca oculté que era nudista, lo hacía con mi familia y en la oficina todos sabían. De hecho les llamaba la atención esto del ‘ingeniero nudista’, se lo tomaban en broma. Creo que les llamaba la atención porque mucha gente, lo sé porque es lo que todos preguntan, asocia el nudismo con el sexo libre”.
Nora Frete mencionó que no hacía nudismo social, frente a otras personas, sino que se iba con su ex marido y su hijo menor a un lago rodeado de recovecos en un pueblito llamado Almafuerte, a 75 kilómetros de Córdoba Capital, para poder meterse al río desnudos, solos y escondidos del resto.
Ella conoció la reserva nudista porque estaba de vacaciones con su ex pero con el tiempo se separó y volvió sola. Ahí conoció a Miguel, el alma de Yatan Rumi, se enamoraron y hace ocho años se fueron a vivir juntos.
Miguel dijo que uno de los preconceptos más comunes es asociar esa desnudez compartida con la promiscuidad y las orgías, de ahí que hay una pregunta que no falta nunca: ¿se puede tener sexo en público?
“Acá hay sexo como en cualquier lugar porque el sexo es parte de nuestras vidas pero no más porque el lugar sea nudista”, explica Miguel. “Cuando me preguntan si se puede tener sexo en público la respuesta es obvia. El sexo queda para el ámbito privado: la carpa, el dormitorio o algún lugarcito dentro de 1.200 hectáreas vas a encontrar pero tiene que ser un lugar escondido, el sexo en público no está permitido”.
“¿Qué pasa si tengo una erección? La respuesta es que, contrariamente a lo que piensan, es muy difícil que eso ocurra. En el caso de los hombres heterosexuales “es mucho menos excitante ver a una mujer totalmente desnuda que verla en una micro bikini, donde quedan cosas libradas a la imaginación”, cuenta.
“Pero si ocurriera es algo natural, la erección en sí misma no tiene nada de malo. Lo que tendría de malo es que ese hombre se la pasara haciendo ostentación de su erección, paseando entre todos. Si te ocurre te tenés que retirar a un lugar apartado hasta que se te pase”.
Para poder quedarse en Yatan Rumi hay varias reglas que los turistas deben comprometerse a cumplir.
“Cuando llegan tienen un periodo de adaptación de media hora en la que pueden permanecer vestidos y ver cómo se sienten al estar desnudos frente a otras personas desnudas. Después de eso se tienen que desnudar o retirarse, porque el nudismo es obligatorio”, explica Nora.
“Muchas mujeres se preguntan si se pueden dejar la ropa interior cuando están con el periodo menstrual. En ese caso sí se permite pero si están mintiendo porque no se animan a sacársela yo me doy cuenta. ¿Qué hago? Voy y les hablo, si están mintiendo se tienen que retirar”.
La desnudez obligatoria de este campo es una de las grandes diferencias con las dos playas públicas nudistas de Argentina. En esos casos son “playas de nudismo tolerado”, o sea que puede haber personas vestidas y personas desnudas, lo que hace difícil detectar a las personas que sólo quieren espiar a otras para excitarse sexualmente.
Otra de las reglas, es que está prohibido sacar fotos a otras personas salvo que sea con consentimiento expreso. Además, “no se puede invadir a las otras personas, por ejemplo, presionarlos para que revelen sus nombres, de dónde son, a qué se dedican, cómo están formadas sus familias, de qué trabajan. Todo eso queda librado a si uno lo quiere contar”, explica él.
“Lo más común es que en una pareja hombre/mujer el interesado en hacer nudismo sea el hombre y le pida a su señora que lo acompañe y la señora lo acompaña por darle el gusto, no porque quiera hacer nudismo. Entonces una consulta habitual de los hombres suele ser: ‘¿Puedo ir con mi señora y vos o tu esposa le podrían hablar para convencer?’. A esa gente hay que decirle que no hay que llevar obligado a nadie a un lugar nudista, tiene que ser algo que los dos disfruten”.
La última regla tiene que ver con el respeto a uno mismo y a los demás que pregona el nudismo naturista. No se puede llevar parlantes gigantes. “Simplemente venir para sentir la naturaleza en el cuerpo, de eso se trata”, finalizó Nora.