El duro contraste en la infancia de Daniella Mastricchio: Mientras vivía la fama de Chiquititas pasaba un infierno en su casa
Quien hacía de la pequeña y dulce «Sol» en la novela de Cris Morena, dijo haber hecho carne en su vida «el corazón con agujeritos». Su familia gastó todo su dinero y quedó sin nada. Hoy vuelve a ser artista cantando cumbia.
Daniella Mastricchio fue una cara icónica en el mundo televisivo argentino, al interpretar a Sol Rivera en la exitosa telenovela infantil Chiquititas producida por Cris Morena.
En dicho programa, saltó a la fama y con ello su vida cambió totalmente. Sin embargo, detrás de escena estaba pasando un infierno en su hogar.
Durante una entrevista confesó que vivió excesos, maltrato y situaciones que hoy en día le emocionan.
Sus inicios
Daniella ya tenía experiencia con las cámaras, ya que había protagonizado la publicidad de una reconocida marca de caldos y otra de un importante banco.
Cuando tenía 7 años de edad, se unió al elenco de la novela producida por Cris Morena, con Romina Yan como protagonista.
En esta interpretó a Sol, una pequeña que enamoraba con su sonrisa. Con el show llegaron los teatros, los espectáculos, las giras y el dinero.
“¡Ay, yo soñaba con ser como vos! Con Chiquititas. Con la vida hermosa que tenías. Y con esa familia”, recuerda que personas en la calle le decían al encontrarla.
No tiene memoria de cómo fueron los primeros momentos, pero sí cuando empezó a disfrutar de todo lo que iba descubriendo: de los pasillos, de sus compañeros, de la adrenalina de grabar, del teatro.
“Eso lo fui reconociendo en el transcurso, porque yo era muy chica. No sé cómo sucedió que llegué a un casting y de repente era “la nena de los calditos”. Era muy gracioso. Y así llegó Chiquititas”, expresó.
A ello sumó: “Pero aprendí a amarlo: lo disfruté. Sí, yo estaba muy cansada, pero porque todo era un montón”.
Mientras trabajaba en Chiquititas, estudiaba: “Iba al cole a la mañana. Al mediodía, salía 20 minutos antes: nunca hacía lo de la bandera porque tenía que subir rápido al auto e ir al canal”.
Allí pasaba gran parte de la tarde e incluso la noche; luego su madre iba a buscarla, y como no estaba trabajando, se quedaba ahí: era quien se ocupaba de las actividades de la joven actriz.
Su situación familiar
En el comienzo de su carrera, recuerda que su familia era funcional.
Vivía con su mamá, que trabajaba en un banco; su papá, que trabajaba en una empresa de construcción; y sus hermanos mayor y menor.
“Vivíamos bien: teníamos nuestra casa, nos íbamos de vacaciones”, rememora.
Ante la pregunta de si sus hermanos sentían celos por la atención que le daban, afirmó que no sabía que decían pero sí que fue pesado para todos.
“Yo no lo noté en ese momento, pero durante años me sentí culpable porque era a quien le daban atención. Pero yo no lo elegí, ni lo pedí. Ni fui consciente de toda esa magnitud. Y después, lo padecí: nadie podía ver esa parte”, contó.
En 1997, cuando tenía entre 9 y 10 años, confesó que todo en su casa se empezó a romper.
“En mi casa se empezaron a vivir situaciones muy violentas. Y ahí se puso feo. Para mí Chiquititas, salir, ir al estudio y todo, fue una manera de encontrar una vida linda y de disfrutar algo de toda esa niñez”, detalló.
A ello agregó: “Iba al colegio a la mañana, a grabar a la tarde hasta la noche: no sabía bien qué sucedía en casa. De repente, un día me encontré con que mi familia se había dado vuelta. Claramente, las cosas no suceden de un día para el otro. Hubo un proceso que yo no lo vi, no lo percibí”.
En ese marco, reveló que su padre tenía “problemas muy grandes de alcoholismo». Además, se había vuelto muy violento, hasta el punto de usar un arma.
“Una noche, a mí me puso un revólver en la cabeza… Era el miedo latente, escuchabas el portón abrirse y decías: “Ahí llega…”. Era de película de terror”, sostuvo.
Detalló que anteriormente a dicha situación fue un hombre dulce, un papá presente: “No sé qué fue lo que le pasó, porque lo hemos hablado. Pero bueno…”.
Su madre, cuenta por otro lado, era una mujer que estaba pasando por una situación de violencia imposible de manejar.
“Hoy en día se habla de esto y están abiertas las posibilidades a entender que eso es violencia, a no permitirlo; hay otras salidas”, dijo.
Entiende que lo que vivió su familia pasó hace 28 años, y cree que no pudo hacer nada. Años después le reclamó a su mamá porque tenía los medios para salir de esa situación:
“Entiendo, como mamá, qué significa cuidar a un hijo. Pero no la juzgo por eso; hizo lo que pudo, sin duda”, añadió.
Su padre logró tratar su alcoholismo luego de tocar fondo, contó Daniella.
Ahondó diciendo: “En un momento estuvo muy solo. Cuando mis padres se divorcian yo me quedé con mi mamá, pero después lo vi muy solo a mi papá, vi que su vida estaba derrumbándose, y dije: ‘Bueno, es mi papá. No puedo dejarlo solo’”.
Afirmó que se hizo cargo de un montón de cosas familiares, tanto su papá como su mamá. En ese momento ella tenía 12 años y había terminado Chiquititas.
“Mi papá estaba en medio de su enfermedad, en el ojo de la tormenta. Todo era disfuncional, nadie sabía lo que hacía. Nadie. Yo sentí la necesidad de irme con mi papá y ayudarlo hasta que entendí que no era posible y que esa decisión me iba a enterrar a mí”, recordó.
Ante la pregunta, expresó que nunca habló de lo que estaba viviendo en su casa ni con la productora, ni con el colegio:
“No podía porque me avergonzaba. Realmente: yo sentí vergüenza toda mi vida por esto. No me hubiese animado jamás a decir algo sobre lo que yo sentía hasta culpa. Al otro día me iba sin dormir al colegio, y de ahí me iba a grabar, como si nada pasara, porque estábamos censurados”.
Su padre murió hace un año y medio; por ello cree que puede contar dichas experiencias ahora. Afirmó también que pudo estar con él antes de su fallecimiento.
El sentimiento “liberador” y la emociona hasta las lágrimas, luego de tantos años de silencio.
Explicó que aún le cuesta “poner una línea de tiempo” todos los hechos, algunas fechas se superponen.
“Sé que hay personas que pueden verse afectadas con que yo lo cuente”, advirtió y agregó: “Pero yo viví un infierno de chica”.
El final de Chiquititas y cómo siguió su vida
Su carrera televisiva comenzó a apagarse, cuando se alejó de Chiquititas en 1997.
“Yo digo que Sol me marcó tanto el corazón con agujeritos que dije: ‘Listo, basta’. Porque la verdad es que lo hice carne el corazón con agujeritos…”, confesó.
Dejó de actuar por decisión suya, ya que en medio del caos familiar, de las horas de grabación y la exigencia mental, emocional y física no podía estar al ritmo.
“Cuando mis padres se divorcian comienza otro baile porque cada uno estaba muy en la suya: uno por su enfermedad; el otro, porque empezó a vivir una vida que por ahí necesitaba vivir hacía rato, y no podía”, contó.
Agregó a ello: “Y en el medio estábamos nosotros. Yo iba y venía. A veces mi mamá no estaba, se iba; y más tarde yo me quedé con mi hermano mayor”.
“Cuando se terminó Chiquititas se terminó la familia” contó en una entrevista, agregando: “Me quedé sola en el momento que necesitaba más contención”.
“Me sentía con culpa por dejar a mi papá, después con culpa por dejar a mi mamá. La culpa me la cargué toda la vida hasta que dije: ‘¡No, basta! Ya tengo un montón con ser responsable de lo que yo hago como para andar haciéndome responsable de los demás’”, detalló.
Entendió que cada adulto en su vida estuvo presente con lo que tenían para dar. Los acompañó y los perdonó: “Bueno, es lo que tenían para dar. Y hasta ahí, yo podía con eso. Toda mi perspectiva cambia cuando, encima, me quieren hacer sentir culpable a mí”.
“Muchos años en los que todo me salía mal. Cuando digo todo, es todo”, dijo y afirmó:
“No me arrepiento de nada de lo que hice en mi vida, porque tengo mis hijos hermosos: Valentín de 18 años; Sol, de 11; y Bautista, el más pequeñito, que ahora va a cumplir siete”.
De igual manera, contó que no todas las historias con sus ex parejas son buenas: “Yo elegía mal. Con el paso de los años entendí que yo no puedo cambiar a la persona. Ni quiero, ni tengo ganas. Pasa que yo elegía, elegía normalmente”.
Sostuvo que debió aprender a amarse y aceptarse para entender que “el amor no es así, el amor es sano”.
En ese sentido, expresó que la maternidad la ayudó en ese camino: “Yo soy una sobreviviente, y en parte mis hijos fueron una gran motivación”.
Hoy está casada y su pareja hace de papá de sus hijos.
Sus ganancias con Chiquititas
Por otro lado, sobre el dinero que ganaba con la telenovela, confesó que no le quedó nada.
Sus padres administraban la plata y, en el tiempo que ella estuvo trabajando, ampliaron la casa, pintaban semestralmente, cambiaban los cuadros muy seguido, hicieron una piscina, entre otras cosas.
Afirmó que esas inversiones las disfrutaban todos: “Vivíamos bárbaro, no nos faltaba nada. Pero después ya empezaron los excesos de todo tipo”.
Confesó que se gastaban en muchas cadenas de oro, anillos, vacaciones de tres meses, “mucho…todo” dijo.
Cuando preguntó que había pasado con su plata, le dijeron: ”La gastamos, no quedó nada”.
“Es más, cuando ellos se divorcian, supuestamente me iban a dejar una parte de la casa al venderla, para por lo menos retribuirme de esa manera. También me prometieron el auto” recordó y añadió:
“‘Todo esto es tuyo. El auto, la casa, después te van a quedar a vos, hija’, me decían. Y no me quedó nada. Nada. Ni las disculpas”.
Luego ella siguió trabajando 12 horas en un shopping, volvió a juntar su dinero y llegó a construir su casa; donde ahora vive su mamá y ella está alquilando: “Sí, es raro. No lo puedo explicar”, dijo sobre ello.
A su vez, expresó: “La verdad es que trabajé toda mi vida, rompiéndome el alma”.
“No teníamos para comer”, recuerda Daniella, que al entrar al secundario debió buscar trabajo: lo consiguió atendiendo una heladería, luego vendiendo en un shopping.
“El problema no era el trabajo en sí, sino el contexto de estar tan sola, ¿viste? La vulnerabilidad de mi edad y de la situación. Yo me cuidé siempre muy sola y, gracias a Dios”, afirmó.
Todas sus experiencias fueron vivencias que debió procesar, elaborar y entender: “Tuve que entender mucho, demasiado, a muy corta edad. Algunas cosas no las pude entender. De algunas otras, me decían: ‘Cuando seas mamá lo vas a entender’. Y cuando fui mamá, lo entendí menos. Todavía lo estoy trabajando en terapia”.
El vínculo con su mamá
Actualmente, no tiene relación con su madre. Afirma que se rompió cuando ella crecio y se hizo fuerte.
“Cuando me animo a decir: ‘No me dañan más, seas mamá, hermano, perro, abuela, vecino o como te llames’. Ahí es donde me quedé con la gente que vale, que son pocos”, dijo.
“Lo que pasa es que por muchos años lo tapé, lo justifiqué, de alguna manera. Y esta vergüenza, que era ajena completamente porque yo no hice nada, hizo que yo cada vez esté más chiquitita, más avergonzada, hasta no creerme merecedora de nada, porque es lo que todo el tiempo se me decía. Siempre, cuando yo hablaba, decía algo, se me castigaba. Hasta el día de hoy. Yo estoy acá, y es un castigo”, ahondó.
No cree que pueda reponer el vínculo con su madre, mencionando que es una que fue dañada y le faltó amor sano.
“Pero el problema no es ese, porque yo también estuve en esa. El problema es cuando no te das cuenta de que necesitás ayuda. El problema es cuando vas ignorando que vas por la vida lastimando a la gente. No se puede salir impune así. Pero no sé si todos tenemos la misma fuerza”, indicó.
El renacer de su carrera artística
Afirmó sobre todas sus vivencias que “fue todo tan dramático que lo hice cumbia”.
Actualmente, sacó un disco integrado por canciones propias: “Son muy personales, con cosas que he vivido” y ya planificando el segundo.
Recientemente brindó su primer show: “Fue increíble. Mi primer concierto a pulmón. Vinieron de Córdoba, pero también de Uruguay, de Perú, y hasta de Israel”.
“Estar enfocado en lo que uno quiere y prepararse trae sus frutos. Costó. Costó mucho”, contó con orgullo.
Siente que ha dado un gran primer paso para andar en la música: “Siento que tengo para dar y poder compartirlo. Realmente fue hermoso porque la gente que estuvo ahí, fue gente que de verdad me quiere y se alegra y disfrutó”.
Hoy vive con la familia que ella formó, haciendo cumbia y expresó: “Es la que vale, que es la que quiere estar. La familia que yo formé. No de la que vengo”.
Fuente: Infobae / Mis años 90 / El Nueve /