Olga Romero dio a luz hace 36 años: “Estoy en la búsqueda de mi hijo o hija”
La mujer oriunda de Río Primero tuvo un bebé el 14 de septiembre de 1987 en el Hospital Materno Provincial Dr. Raúl Felipe Lucini. Los profesionales le dijeron que murió. Sin embargo, ella notó muchas irregularidades y está segura que está vivo, pero le mintieron.
Olga Romero es una mujer oriunda de Río Primero que hace 36 años fue madre de su primer bebé que, hasta el día de hoy a la edad de 56 años, sigue buscando sin darse por vencida.
Durante una entrevista para Difusión Noticias, contó una vez más su historia con el objetivo de darla a conocer y contar cómo fue que sucedió; como ya ha hecho en otros medios.
A la edad de 18 años, el 14 de septiembre de 1987, dio a luz a un bebé en el Hospital Materno Provincial Dr. Raúl Felipe Lucini, de Barrio San Vicente de Córdoba Capital.
Tras parir, luego de casi 12 horas del nacimiento, le informaron que su neonato había muerto.
Sin embargo, duda que haya sido así. Ante la pregunta de por qué está segura de ello, dijo: “Por todo el proceso que viví y en base a lo que he leído en la historia clínica”.
A su vez, expresó que salió del nosocomio con la sensación de que “no le caía la ficha” y, con el transcurso de los días acompañada del instinto materno que le decía que algo estaba mal, comenzó a dudar.
“Estoy en la búsqueda de mi hijo o hija” dijo, aclarando que no sabe qué género tiene ya que afirmó que nunca se lo mostraron.
Recordó que ese día, un lunes por la mañana, se sintió bien. En ese momento, con 7 meses y medio de embarazo, no sabía que había roto la bolsa.
Acudió al Centro de Salud Municipal de Río Primero para un control, pensando que al salir debía ir a trabajar.
La médica, quien trabajaba también en dicha maternidad, la revisó; anunciándole a Olga que tenía 4 cm de dilatación y debía ir urgentemente a la maternidad.
Rememoró que en ese momento estaba sola. Debía ir a su casa a avisar a su familia, buscar su ropa y la del bebé.
“Ella me dice ‘no sé cómo vas a hacer pero te tenes que ir ya’” evocó en su historia, agregando que tras ello la doctora realizó el informe para que pudiera irse.
“Yo agarre, me vine a mi casa, busqué la ropa para mi bebé, los documentos míos y me dirigí a Córdoba sola” contó.
Señaló que en ese momento era “media inmadura” y creía que “se las iba a bancar sola”.
Llegó a la maternidad en taxi, ingresó por la guardia, la controlaron e internaron.
Alrededor de lo que cree eran las once de la noche, fue ingresada a la sala de parto ya que había comenzado con las contracciones.
“Fue todo tan rápido” dijo refiriéndose al momento donde una médica junto a un doctor,
llegaron para atenderla, agregando que no tuvo tiempo de saber quienes eran. Al día de hoy, tampoco sabe sus nombres.
Este hombre fue quien le colocó la anestesia. Sin embargo, según indica Romero, fue extraño porque sucedió mientras sucedía el parto, no antes como suele hacerse.
Los profesionales le animaban diciéndole: “Dale mamá, hace fuerza que ya nace”.
“En eso veo que el señor este, que estaba de guardapolvo blanco, introduce una jeringa al suero que yo tenía puesto. Entonces todo se me cruzó y le pregunté qué estaba haciendo; a lo que me dijo: ‘No mamá, vos seguí haciendo fuerza’, como diciendo que estaba todo bien”, narró.
Continuó diciendo: “Vuelvo a tener otra contracción, ahí siento que nace mi hijo y me enderecé un poco para poder verlo. Ahí es donde me descompuse, me dormí, me agarró efecto la anestesia”, agregando que pudo verle el hombro a su bebé, pero no lo sintió llorar.
Recordó que alrededor de las cuatro de la mañana volvió en sí, mareada y confusa, notando que la habían dejado en el pasillo. Vió pasar una enfermera, la agarró para preguntarle por qué se sentía mal.
Ella le contestó que debía ser por la anestesia, que se quedara tranquila y durmiera. Sin embargo no le supo decir cómo estaba su bebé, porque la mujer no estaba en el parto.
Alrededor de las seis de la mañana volvió a despertarse. La estaban pasando a una habitación, aún sin noticias de su hijo.
La tranquilizaron diciéndole que quizá estaba en una incubadora, ya que había nacido prematuro.
Al día siguiente, una psicóloga se presentó ante ella y le preguntó si sabía que había pasado con su recién nacido. Olga le dijo que no, estaba esperando noticias.
Recordó que la mujer le dijo: “Yo tengo que informarte que tu bebé falleció”, explicando que, al ser prematuro, le habían fallado los pulmones.
“Le dije por qué habían esperado tanto tiempo para informarme eso, por qué no me lo habían mostrado” dijo consternada, señalando: “Ahí empezó mi duda”.
El consuelo de la psicóloga fue que Olga aún era joven; que aun podía tener más hijos y “todos los versos que ellos te hacen” dijo.
Esas doce horas, estuvo sola. Cuando le dieron el alta habló con su marido y le pidió que hablara con el médico, para saber qué iban a hacer con el cuerpo del bebé (que en ese momento creía muerto).
A su esposo le dijeron que no lo podía retirar, con la excusa de que era un trámite muy engorroso y que en el hospital lo conservaban para estudiar.
Un oficial de policía en Río Primero, cuatro días después de su parto, la encontró por la calle tras un control de salud. Él le preguntó qué había pasado con su hijo; ella le respondió que le dijeron que falleció.
“Él tenía la certeza de que mi hijo no murió y si yo tenía esa duda, es como que él me la término de despertar” dijo.
Ella le preguntó si tenía la certeza de lo que decía; él le dijo que sí, porque en la maternidad habían pasado muchas cosas.
El policía le dijo que ella había estado completamente sola, era joven y venía del interior; dando a entender que se lo podrían haber robado.
En su búsqueda, Romero fue varias veces a la maternidad en busca de explicaciones y su historia clínica. No se la querían entregar.
“Me preguntaban para qué la necesitaba” sostuvo.
A través de un doctor, quien le hizo un gran favor, pudo acceder a ella y su hija mayor la hizo ver con una médica.
“Ahí (en la historia clínica) dice cosas que yo no las viví, que yo no pase esa situación”, dando de ejemplo que ingresó a sala de parto con anestesia general, pero en realidad se la pusieron durante.
Otra de las cosas que le dijo la médica fue que, en principio, el bebé iba bien durante el parto y cuando estaba por “salir” se cruzó.
En ese momento los profesionales que la atendían habrían comenzado a hacer maniobras y en consecuencia, al ser un neonato “chiquito” ya que tenía un kilo y trescientos gramos, el niño falleció.
“En ese caso, al ser prematuro, urgentemente tendrían que haber hecho una cesárea”, y pusieron en riesgo tanto al bebé como a Olga, según explicó la médica a su hija.
Sin embargo, la madre señaló que no entiende entonces por qué le pusieron anestesia y le dijeron que siguiera pujando.
Olga está anotada en cada grupo de búsqueda, donde hay historias similares a la suya; se ha realizado un adn con un chico de Buenos Aires que tenía la misma fecha de nacimiento que su hijo, pero dio negativo; y sigue buscando.
Ha consultado, según narra, muchos abogados y personas que en principio le tendieron una mano. A pesar de ello, anteriormente el caso no avanzó, sin ella saber por qué.
También se presentó en Recursos Humanos de Tribunales, pero expresó que la trataron “como si estuviera loca” y se arrepiente de haber ido.
Actualmente, una abogada de Córdoba junto a un colega la están ayudando. Por ahora, debe solicitar su historia clínica en el Centro de Salud de Río Primero.
Confesó que hace poco, tomó la decisión de presentarse en la unidad judicial: “Comenté mi caso y una de las secretarías del fiscal me tomó declaración. Me senté e hice una denuncia”.
Ahora el caso está en investigación, se están pidiendo informes a la maternidad, tomando declaraciones y comenzando a avanzar.
Hoy en día tiene seis hijos, sin contar al pequeño o pequeña que sigue buscando.
Tuvo, tras su primer parto, dos mellizas: “Si hubiera tenido tanta complicación como parecía no podría haber tenido mellizas de parto normal”.
También dio a luz a dos hijos varones y dos mujeres, además de las anteriores mencionadas. Su hija menor tiene 15 años.