Kitty Sanders: La periodista que desafió a las redes de trata y rescató a las víctimas en más de 20 países


Nacida en Rusia, como comunicadora se infiltró en burdeles de Europa durante ocho años para investigar el tráfico de personas. Desmanteló prostíbulos y rescató a hombres, mujeres y niños. En 2013 se instaló en Argentina y colabora como voluntaria para desbaratar maniobras de explotación sexual. Hoy da charlas, cursos de defensa personal y consejos para no caer en las redes.


Kitty Sanders es una periodista y luchadora de 36 años, nacida en Rusia y nacionalizada en Argentina.

Durante ocho años llevó adelante una investigación en 20 países para combatir en primera persona una problemática mundial: la trata de personas.

Dicta cursos con el objetivo de hacer prevención, defensa personal para chicas y da charlas en escuelas en todo el país y a los integrantes de las Fuerzas Armadas.

El resto de su tiempo lo dedica a colaborar para desarmar redes de trata y rescatar a las víctimas.

Se instaló en el país en 2013 y se convirtió en una referente; transformandosé en la fuente más confiable para las autoridades y en una protectora de la sociedad.

“Mi abuela siempre me preparó para la guerra contra el mal y yo encontré este mal”, manifiesta.

Visita las villas y allí se maneja con total libertad para conseguir información. Los que conocen el lugar son los mejores aliados para encontrar centros clandestinos y proxenetas.

Es reconocida por el trabajo periodístico que llevó a cabo durante ocho años como una infiltrada en la industria para adultos.

De los tres libros que ha publicado, en “Prolegómenos al libro Carne” revela lo que aprendió en esa investigación.

Su trabajó desarmando burdeles de manera infiltrada terminó cuando su identidad se vio revelada. Sin embargo, eso no detuvo su lucha.

Su vida e inspiración

La abuela de Kitty fue una veterana de la Segunda Guerra Mundial, integrante del único escuadrón de mujeres que peleó contra los nazis.

La periodista, desde pequeña, escuchaba sus duras historias sobre las misiones, sobre la pobreza reinante en la Unión Soviética y cómo las madres vendían a sus hijas “por un pollo entero”.

“Desde los cuatro años, me mostraba fotos de lo que los alemanes les hacían a las mujeres. Ella pensaba que podía venir otra guerra y que lo único que podía salvarme era convertirme en una guerrera. Por eso soy como soy”, asegura.

Durante su adolescencia, los reportajes que leía, le informaban más sobre problemas que ya conocía y la acercaban a su vocación.

“Cuando estaba en la escuela, yo quería saber más, era muy curiosa. Siempre me interesó romper los mitos, el silencio”, detalló.

Su abuela murió cuando ella tenía 12 años. Por otro lado, los problemas con el resto de su familia la obligaron a huir, y viajó hasta Moscú para trabajar en un circo.

Allí aprendió a vivir en la calle y declaró que vio de todo. Esto la alistó para soportar cualquier adversidad.

Sus primeros textos expresaron la vida que le tocó llevar, la cual no se contaba en los diarios. Los publicó cuando tenía solo 14 años.

También se propuso terminar la escuela y luego estudió Periodismo en la Universidad de San Petersburgo.

Su misión era contar la verdad sobre la industria para adultos. Sin embargo, en Rusia no existía la libertad de expresión.

“Tuve muchos choques durante mi investigación porque cuando empecé a estudiar, en el 2000, entró Putin al poder y puso límites”, señala.

Incluso su tesis fue rechazada, debido a que el tema de la misma estaba prohibido por el Estado. Aun así, esto no logró disuadir su convicción.

La entrada al “inframundo”

En 2004, emprendió su proyecto independiente y entrevistó a las primeras prostitutas.

Les pagaba por el tiempo que tomaría un encuentro, un método que no funcionó: “Me mentían, yo lo sabía porque lo vi en mi adolescencia”, asegura.

“Comprendí que es un mundo criminal, no te puedes acercar a través de entrevistas. Si quería saber la verdad, tenía que ser una de ellas”, detalló.

Siguiendo las enseñanzas de su abuela, se alistó para combatir.

“Ella me decía: ‘Si vos sos fuerte, tenés que ayudar a los más débiles, pero para ayudarlos, deberías entender quién los hizo débiles”, recuerda.

Por ello, se deshizo de su pasaporte real, se maquilló y cambió su manera de vestir para pasar al inframundo.

Siempre con un nombre y aspecto distintos, para no ser reconocida.

De esa manera, ingresaba a los burdeles a salvar a las chicas. Ayudaba a las víctimas que pensaban que ella era una más. Los proxenetas no la habían detectado como intrusa.

Cuando terminaba el trabajo en un lugar, escapaba y cambiaba de apariencia.

Su trabajo era rescatar tanto a chicas como chicos de las distintas aristas que se encuentran en la trata, buscando también la raíz de esta problemática: “Empecé en este negocio como una víctima, como prostituta en defensa de los burdeles, para rescatar a las chicas”. 

“Entré en las agencias de modelos, en las industrias pornográficas, para rescatar a chicos y chicas, e investigar quien es proxeneta, quien es victima, quien tiene clientes. Para ver la realidad de cómo actúan las redes de trata, como captan a las chicas y los chicos, como mantienen para que no se escapen, para que sirvan a los clientes”, detalló en una entrevista.

La problemática, explicó, incluye explotación sexual, laboral y venta de órganos.

En su libro, Kitty dio testimonio de que su trabajo se extendió por Europa. Investigó a los países que pertenecieron a la Unión Soviética (Ucrania, Bielorrusia); y descubrió ómo se movía la industria que prosperaba en los países desarrollados como Inglaterra o Francia.

Durante su cruzada fue testigo de violencia y los métodos con los que sometían a las víctimas.

Si bien tuvo éxito en muchas ocasiones, se lamenta no haber podido salvar todas las vidas. En el apartado, recuerda a una compañera llamada Natacha.

Una noche, en Berlín, un cliente confesó en su embriaguez que había logrado “cumplir un sueño”: “Estábamos en su casa, era una persona de clase media. Le pregunté qué sueño y él puso un cassette de VHS y me mostró”

Había ahorcado a su amiga mientras tenían relaciones.

El hombre la llevó al sótano y le mostró el cuerpo: “Le di más alcohol y, cuando se durmió, saqué a Natacha y la enterré. Ni siquiera pude ponerle una cruz”, relata.

Además, desmintió un mito que casi le cuesta la vida: “Al principio pensaba que los proxenetas eran hombres. Casi me costó la vida”.

Detalló que una vez quiso rescatar a una chica, y antes de eso, se acercó a una mujer que quería rescatar (sin decirle que iba a hacerlo): “Cuando fui, ella se acercó a mí con una pistola y me dijo: ‘¿Qué querés hacer con mis chicas?’. Ella era una de las proxenetas de este lugar”

Dentro de los roles en este negocio, en su mayoría las que reclutan son mujeres; pero quienes en mayor medida manejan parte del dinero, son hombres: “Hay víctimas mujeres y hombres, y hay proxenetas mujeres y hombres”, aseguró.

La trata en América Latina

En Europa, comprobó que muchas de las víctimas de trata llegan del continente latinoamericano:

“Los países desarrollados están utilizando a la mayoría de chicas y chicos de América Latina en los burdeles. Yo conocí a la primera argentina en Francia. También encontré bolivianas, del pueblo Aimara; paraguayas, venezolanas. Solo un tercio de las chicas son rusas, ucranianas, pero no hay francesas. Aprendí que América Latina es un continente donante de carne contra su voluntad”.

Decidió dejar Europa y viajó a México, recorriendo la capital, Ciudad Juárez y otras ciudades. 

Tras ello, llegó a Perú por medio de un contenedor de carga a través del mar. El recorrido incluyó también Venezuela y Colombia.

Incluyendo a Kitty, un grupo de 10 mujeres tuvo que soportar temperaturas extremas y una de ellas murió.

“Estábamos viajando con el cuerpo podrido. Cuando llegamos, abrieron el contenedor y vieron el cadáver, dijeron ‘solo una menos, muy bien’”, recordó.

Su trabajo en Argentina

En 2010, llegó al país y se quedó alrededor de tres meses. Empezó a infiltrarse en burdeles, recorriendo Once, Constitución y la villa 31.

“Acá, muchos clientes ayudaron a rescatar a las chicas. Cuando les decía que estábamos en contra de nuestra voluntad, me ayudaban a desarmar a los proxenetas”, contó.

“Llegué a este querido país por primera vez en 2010, y regresé tres años después para continuar mi investigación”, confesó en una entrevista. 

En ese sentido detalló: “Me atrajo por la buena predisposición de la gente. Cuando me acercaba a los burdeles, las mujeres que trabajaban allí me demostraron su valentía para denunciar a los proxenetas. Querían salir de esos antros, confiaron en mí, se arriesgaron, y eso me conmovió, no me pasó en otros lugares del mundo. Y mirá que recorrí muchos, eh”.

Hace 10 años vive en Argentina y acabó haciéndose ciudadana, donde encontró un lugar para trabajar.

“Antes también estuve en Guatemala, Perú, Colombia, República Dominicana y México. Se repite ‘por arriba’ que el tema del tráfico de personas afecta a todos los países; parece un título de una nota y queda ahí”, expresó.

“Yo sostengo que afecta a cada familia y que debemos estar más que alertas, en especial con chicas, chicos y jóvenes, que son los más pretendidos a nivel mundial, no solo para prostituirlos, sino también para vender sus órganos” detalló y sumó:

“Muchos subestiman el tema y dicen ‘eso solo pasa en México y en lugares marginales de Europa’. Les respondo que precisamente muchos pedófilos, pederastas y traficantes de órganos viajan de Europa a Sudamérica para concretar sus propósitos”.

Tras dejar el trabajo clandestino, Kitty Sanders comenzó a viajar por todo el país.

Sobre todo a Misiones, a Jujuy y Salta, para dictar charlas tanto a los chicos como a los miembros de la fuerza: “Las fronteras son zonas rojas”, resalta.

¿Cómo terminó su trabajo encubierto?

Encontró el final de su misión de infiltrada en Antofagasta, la localidad minera de Chile. 

Había desarmado una red de trata y los policías involucrados intentaron acusarla de robar la serpiente con la que bailaba en un club de striptease.

“Me pusieron en cana, entonces contacté a la prensa. Les dije que mi nombre es Kitty Sanders, que era periodista”, recordó.

Los medios acudieron a la policía con las pruebas que la respaldaron. La Policía de Investigaciones de Chile (PDI) la liberó, publicó una disculpa y echó a 100 agentes

Sin embargo, su rostro y su historia ya había recorrido todo el país. Además, fue amenazada de muerte.

En ese momento volvió a Argentina, donde afirmó encontrar ayuda y espíritu de cambio.

Trata Zero Tolerancia

La investigación de Kitty Sanders cubrió más de 20 países. En su libro, detalla que la trata de personas no solo incluye la prostitución, sino que las víctimas son obligadas a actuar en películas pornográficas.

Por otro lado, las chicas que no son “atractivas” son forzadas a trabajar en talleres clandestinos para hacer ropa o cocinar.

Además, existe una tercera rama, que es el tráfico de órganos.

Trabajó ocho años entre las redes, el doble de lo que una víctima puede llegar a sobrevivir al ser expuesta a la violencia, las drogas, o enfermedades como la sífilis y el SIDA.

Reveló que cuando “dejan de servir físicamente”, las inyectan para que mueran por sobredosis.

“¿Y si la policía encuentra a una prostituta muerta, qué va a pensar? Que fue un ‘accidente’, no van a imaginar que es un homicidio”, denunció.

A su vez, afirmó que no hay forma de contar los casos de secuestro, las muertes, ni sus causas.

“Hay tantos chicos desaparecidos que nosotros pensamos que pueden estar viviendo en otro país, pero realmente fueron quemados en crematorios, porque las redes de trata trabajan en conjunto con crematorios”, señala.

A ello agrega: “Las cifras no son verdaderas porque la mayoría no quiere testificar. No hay estadísticas de cuántas víctimas se suicidaron, todo está tapado. Los varones se suicidan más que las chicas porque no pueden soportar las violaciones”.

También hay casos en los que las víctimas no escapan porque viven amenazadas con que van a matar a sus familias. 

Otras no pueden volver a sus casas porque fueron vendidas por algún familiar.

Creó el grupo Trata Zero Tolerancia, que actualmente tiene 8000 integrantes distribuidos en todas las provincias de la Argentina.

En su equipo hay médicos, psicólogos y abogados que colaboran para rescatar a las personas.

Los vecinos le pasan información y da aviso a personas de confianza de la policía o la Gendarmería. 

Recorre barrios como la villa 31, la 1-11-14. Los proxenetas se van cambiando de lugar. Las víctimas son cada día más chicas, explica Kitty.

“Sin proxenetas, no hay trata”

La periodista reconoce que es difícil acabar con la trata de personas, pero no es imposible.

“Tengo dos lemas: sin proxenetas, no hay trata, ellos son el motor de este negocio; segundo, la prevención es la clave”, resaltó.

En ese marco, insistió en que debe ser un trabajo en conjunto entre el gobierno y la sociedad civil: “El mal está donde las personas no se preocupan”.

La escritora explica que la prevención refuerza conocimientos. Todas las redes de trata tienen una estructura piramidal.

En la base, están los reclutadores que buscan a los chicos y chicas y los llevan engañados al prostíbulo. 

En su mayoría son mujeres, ya que inspiran confianza y consiguen que las víctimas acepten con mayor facilidad.

En el medio, están los encargados de la gestión. Ellos solicitan nuevas víctimas en caso de que alguna muera.

“En la cima, la mayoría son hombres. Son los que les pagan las coimas a los policías para que cierren los ojos, que le pagan a la prensa para que publique otras cosas”, apunta.

A su vez, dio a conocer que las redes sociales facilitan el crimen.

Los reclutadores estudian los perfiles de las personas y les hacen una oferta que se adapta a sus intereses, sus sueños, bien sea modelar, trabajar en el exterior, ser artista. También intentan captar jóvenes en los boliches.

Otro lugar de captación son las agencias de modelos falsas, donde atraen a las víctimas y les toman fotografías subidas de tono para luego amenazarlas con difundirlas si no aceptan tener sexo con los “patrocinantes”.

En el caso de los niños, alerta a los padres y maestros que los delincuentes “arman catálogos. Les toman fotos mientras están en el jardín, jugando. El cliente elige y después los secuestran”.

Resaltó que las dos primeras horas de búsqueda tras la denuncia son cruciales: “Después de cuatro horas, ya están en otra provincia y es difícil encontrarlos”.

Comparte sus redes ante cualquier sospecha. Su cuenta de Instagram es @kitty_sanders y para hacer denuncias, existe la línea gratuita 145, la cual está activa las 24 horas, todos los días.

“Es importante aclarar que las chicas y chicos no están solos, que no crean que todos son corruptos, porque eso es lo que quieren instalar en nuestras cabezas los involucrados en las redes de trata, que ellos son todopoderosos y no vale la pena escaparse y pedir ayuda”, remarca.

Mandamientos antitrata, por Kitty Sanders

  1.  No busques plata rápida
  2. Tené cuidado si alguien conocido o desconocido te ofrece un trabajo (donde ofrezcan mucho dinero) en el que no se preocupen por tu experiencia y nivel de profesionalismo, sino que solo les interesa tu apariencia.
  3.  Recordá que no se puede ocultar la actividad sexual (prostitución, pornografía), porque por el desarrollo tecnológico, es muy fácil captar imágenes y videos que puedan dañar tu reputación y servir para chantajearte.
  4. Todas las fotos y videos publicados en redes sociales o enviados a través de internet no desaparecen, sino que pueden ser utilizados para ensuciar tu imagen o en cualquier forma negativa.
  5.  Europa no es un paraíso donde te esperan, hablan en español y buscan migrantes para darles dinero. Es la cuna de las redes de trata y primer consumidor de la “carne latina”, porque es exótica y está devaluada (consecuencia de la visión nacionalista).
  6. No confíes en todos los perfiles de las redes sociales (Facebook, Instagram, etcétera). Pedí siempre una “confirmación” de su persona. Por ejemplo, que te envíen una selfie con un papel en sus manos con tu nombre escrito.
  7. Para no ser manipulado(a), aprendé sobre las leyes de tu país. No caigas en trampas por desconocimiento. En Argentina, ninguna prostituta puede ser castigada por esta actividad. Sin embargo, el argumento del castigo legal es utilizado por muchos proxenetas para evitar que las víctimas los denuncien y continúen bajo su explotación.
  8.  Recordá que un proxeneta no es un “hombre grandullón con apariencia criminal”, sino que puede ser una mujer o chica linda y amable, como también un muchacho guapo con apariencia inteligente que solo busca dinero.
  9.  Tené en cuenta que los métodos de captura y reclutamiento de las víctimas para las redes de trata están cambiando siempre. Actualmente usan con frecuencia falsas ofertas de trabajo o manipulación psicológica (generación de culpa, y vergüenza).
  10.  Recordá que no es vergonzoso pedir ayuda a tu familia, amigos, la policía. Si estás en una situación desconocida o de peligro, tenés derecho a ser protegido(a).

Fuentes: TN / La Nación / Radiofónica / El Chubut /

Compartir en: