A dos años del primer caso de COVID hay personas que nunca se contagiaron


Algunos cordobeses no dieron positivo a un hisopado ni tuvieron síntomas. Intuyen que puede deberse a los cuidados, la alimentación y/o el buen ánimo. Para la ciencia podrían llegar a ser los genes.


A dos años de iniciada la pandemia, Córdoba tuvo oficialmente alrededor de 960 mil casos positivos de Coronavirus, aunque la cifra de infectados reales sería mucho más alta. Pocas personas se mantienen invictas, especialmente tras la ola por la variante Ómicron, uno de los más contagiosos de la historia, según científicos.

Sin embargo, todavía hay cordobeses que parecen haber zafado del COVID-19. Al menos, nunca tuvieron síntomas y siempre dieron negativo en los teatros. Intuyen que se debe a los cuidados estrictos, la alimentación, el uso de algunos suplementos e inclusive el buen ánimo.

«Nunca tuve miedo», dijo Andrea, de 59 años, y empleada del Poder Judicial en el interior de la Provincia. Asegura que nunca se contagió, a pesar de que hubo un caso en su oficina y que también convivió varios días con su marido infectado.

«La justicia no dejó de trabajar nunca. Al principio lo hicimos desde casa, pero no teníamos la firma digital así que teníamos que ir a la oficina. Después trabajamos en burbujas», contó Andrea a La Voz del Interior; además aseguró que durante la pandemia llevó una vida casi normal.

Sin embargo, agrega: «Iba al supermercado, aunque no tanto a bares y restaurantes. Dos cosas que nunca dejé de usar son el barbijo y el alcohol en gel».

En 2021 fue contacto estrecho de una compañera de trabajo y no manifestó síntomas. Un testeo cerca de Navidad le dio negativo. Luego se contagió su marido durante la ola de Ómicron. «Me aislé en casa pero no de él. Me testee y me dio negativo», aseguró.

Y agregó: «Es la primera vez que me pongo una vacuna fuera del calendario. Nunca me apliqué la antigripal, porque nunca me enfermo. Hace años que no tengo fiebre». Cree que su inmunidad se deba a que toma vitamina D y a que nunca estuvo triste o bajoneada durante la pandemia. «Soy una persona muy creyente y participo de un grupo ecuménico. Eso me mantuvo siempre con el ánimo muy arriba».

Otra persona que no recuerda haberse entripado ni tener fiebre en los últimos 14 años fue Gastón Parodi, un herrero. Tampoco se contagió de COVID, a pesar de haber sido contacto estrecho de compañeros de trabajo y personas de su entorno familiar. «Hasta los vecinos del complejo de departamentos donde vivía se contagiaron todos menos yo», aseguró.

Siempre que los protocolos se lo permitieron, utilizó el transporte público para ir a su taller en Barrio San Vicente. «Hacía viajes diarios de 45 minutos con el colectivo lleno, me sorprende que no me haya contagiado», confesó.

Todas las veces que fue contacto estrecho completó el aislamiento. «Seguí con mi vida normal, pero siempre usé el barbijo, evite los ambientes cerrados con demasiadas personas» aseguró. Además, tiene una secuela de salud por lo que sus médicos le recomendaron mucho cuidado y buena alimentación. «La última vez que tuve fiebre fue hace 14 años».

Para el herrero, esta «hiperinmunidad» puede ser una condición genética o la alimentación. «Solo como carne y fruta desde que enfermé, aunque los criollos son una ‘droga’», dijo.

Por su parte, Daniel Penazzi, profesor de la Universidad Nacional de Córdoba, llevó los cuidados cuidado al extremo. «Desde marzo 2020 sólo salgo de casa para hacer compras o ver a mis padres. A partir del 2021 empecé a usar doble barbijo. Con Ómicron usé los KN95», detalló a La Voz.

Tomaba vitamina D y por un tiempo ivermectina antes de ir al supermercado. «Evalué que, a pesar que no había datos definitivos, había varios papers favorables en ese momento y el balance de riesgos me decía que era más seguro tomarla. Con las vacunas, ya la dejé», aseguró.

Posteriormente Daniel repasó dos episodios en los que podría haberse contagiado. Al inicio de la pandemia tuvo síntomas leves, pero no cree que haya sido por coronavirus ya que en ese momento la circulación viral era muy baja. No pudo testearse porque solo hisopaban a los contactos estrechos de viajeros.

Meses después su papá se contagió. «Iba a cuidarlo y le hacía las compras, pero tomé muchas precauciones como triple barbijo y hacerme gárgaras con vinagre y sal. Además tenía tres dosis de la vacuna. Solo tuve un poco de secreción nasal por un par de días», contó.

Científicos todavía no saben con precisión por qué algunas personas son superresistentes al Sars-Cov-2. La principal hipótesis es genética. Pero las investigaciones que hay en marcha para resolver este misterio, ya advierten que será una tarea difícil.

«La genética es complicada. Comprender por qué alguien podría no contraer el Covid-19 se vuelve más difícil ya que factores como las vacunas, los refuerzos y las infecciones previas juegan un papel en la forma en que las personas se enfrentan al virus», advirtió en un artículo de opinión en The New York Times Daniela Lamas, médica especialista el pulmón del Hospital de Mujeres de Boston.

Una hipótesis es que algunas mutaciones genéticas redundarían en cambios en la «puerta» de las células por la que ingresa el virus. Por ejemplo, estas personas podrían carecer de receptores ACE2, la proteína de la membrana celular a la cual se une el Sars-Cov para infectar los tejidos.

Otra alternativa es que la resistencia podría deberse a un sistema inmunitario muy poderoso, particularmente, en las células del interior de la nariz, donde el virus ingresa primero y comienza a replicarse. Otra vez, las mutaciones genéticas podrían otorgarle esta característica especial a estas personas.

Más allá de la ciencia, Lamas considera que este misterio puede ayudar a comprender el poder del azar en la genética y, así, eliminar la culpa de las personas que se infectaron o que contagiaron a otros. «Lo que este trabajo puede ofrecernos es una forma de aceptar la verdad de que cualquiera de nosotros puede ser vulnerable».

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